miércoles, 29 de diciembre de 2010

LAS UVAS DE LA...SUERTE

Niccoló Paganini  Sonata Nº 6
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Lelo, así lo conocen en la plaza mayor, y Lelo…no es demasiado listo, deambula de un lado a otro de la Plaza Mayor, se para frente al “mimo” todito él de color bronce, que posado sobre su baúl del mismo color e inamovible, espera alguna moneda de los transeúntes. Son días de buena recaudación hay mucha gente en la plaza y el intenso frio en estos días de Navidad, dilata la solidaridad más que en cualquier otra fecha del año. De vez en cuando, el “mimo” le hace una reverencia y él sonríe. Después de varias horas va a ver a los músicos, pasa allí otras tantas hasta que por fin hacen un descanso. Vuelve a deambular y así un día tras otro ve llegar la noche y bajo un manto de estrellas desaparece.
Nadie sabe cómo se llama realmente, ni tampoco cuántos años tiene aunque en su actitud no aparente más de diez. No saben donde come, si come. Ni donde duerme, si duerme.
Hoy es 31 de diciembre. La plaza está llenándose de gente, el gran carillón dará con su música la entrada al nuevo año, Lelo espera este día año tras año, le gusta el gentío, la alegría que muestra la gente tras las campanadas, no le encuentra mucho sentido, pero se besan y abrazan aunque luego todo…siga igual.
Teresa tiene su puesto de castañas en la plaza y el frio que le viene tan bien a su negocio le va fatal a sus huesos. Lleva quince años con su pequeño puesto, que a duras penas le da para comer y pagar su licencia. Recuerda a Lelo casi desde el principio y desde el principio lo espera antes de recoger para darle un puñado de castañas que le calienten las manos e incluso el estómago, pero lo que no sabe Teresa es que día tras día, le calienta también el alma.
Lelo se acerca al puesto de Teresa
-¿Teere como saaben las uvas?
-¿No sabes como saben las uvas?
-…las oo..tras sí, pero las dedede “la suerte” no.
-Mira Lelo, con estos 1,50€ te dan dos paquetitos de uvas para los dos y yo me las tomo hoy contigo.
-Grgracias Teere
A Lelo le cuesta abrirse camino entre la muchedumbre que ya abarrota la plaza con sus dos pequeños cucuruchos de celofán amarillo de “uvas de la suerte”. Tere ya casi tiene recogido el puesto, enrosca su toquilla de lana alrededor del cuello, quedan aun veinte minutos para la medianoche.
Mira a Lelo que la espera sentado en la escalinata del porche y…
-Lelo no, aun no te las comas (ya lleva al menos tres o cuatro) aún quedan quince minutos.
-No importa Tee..re yo ya no puedo tener mas suee..rte, yo…ya tee…engo muucha suerte de que t…ú seas mi amiga y que mucha gg..gente de la plaza me quiere.
Teresa pensó que ella también tenía mucha suerte, se sentó en la escalinata y se comió las uvas con Lelo y luego lo abrazó
-Gracias Lelo.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Una pequeña aportación personal, para felicitaros estas Fiestas.
Si falta alguien no es que haya querido excluirlo, sino que se me ha perdido en el proceso sin quererlo.

FELIZ NAVIDAD A TOD@S LOS QUE ESTÁIS Y A LOS QUE FALTEN


miércoles, 15 de diciembre de 2010

Historias de Ascensor
Convocatoria literaria "Este jueves un relato"

Sé que me ha salido largo, pero os juro que hay, no uno, sino tres ascensores.
Me esperan unos días muy ajetreados y no voy a poder escribir, pero siempre sacaré un rato para leeros.
FELIZ NAVIDAD a tod@s



CUENTO DE ASCENSOR

Javi y Carlos no levantaban la cabeza de su bol de cereales, la noche anterior los habían oído discutir y no estaba el horno para bollos como decía su madre. Ella dejó el puesto de responsabilidad que tenía en la empresa por una responsabilidad mucho mayor, su hijo Carlos, el pequeño que ahora tenía seis años empezó a tener problemas de psicomotricidad a los dos, ahora apenas andaba y no contenía sus esfínteres, ante esta situación ella determinó quedarse al lado de su hijo. Tenían que operarlo y tenía todas sus esperanzas puestas en ello, habían ido de médico en médico pero lo más posible es que Carlos pasara el resto de su vida en una silla de ruedas, le habían diagnosticado una espina bífida congénita pero no había dado ningún síntoma antes de los dos años. Ella tenía sus esperanzas puestas en ese especialista pero Javier había tirado la toalla, hacía cuatro médicos, cuando todos coincidían en que la única perspectiva para Carlos era la silla de ruedas.

Javier se había centrado en su trabajo, Lena con los niños cada vez lo sentía más distante, cada vez llegaba más tarde, no quería hablar de nada que no fuera su trabajo y su vertiginoso ascenso en el mismo, si Lena quería comentarle cualquier cosa de lo acontecido en el día, decía que estaba cansado, parecía que cualquier pequeño progreso de Carlos en su fisioterapeuta no le importaba, Lena se encontraba cada vez más sola en ocasiones se acostaba sin que él hubiera llegado y cuando se despertaba muchos días, él ya no estaba.

Había cambiado, ella se encontró de la noche a la mañana viviendo con un extraño, extraño para los amigos, en el trabajo. Ahora tenía un puesto de subdirector general en la empresa, había gestionado compras millonarias de bancos extranjeros y eso le había hecho subir como la espuma, siiii, había subido hasta la planta 27, solo tenía al director general por encima en su cargo y en el edificio en pleno Paseo de la Castellana. Se había vuelto ambicioso, egoísta y egocéntrico. Los que habían sido sus amigos…ya no lo eran, los que habían sido sus compañeros procuraban no encontrarse con él ni en el ascensor, así que todos los empleados por debajo de la planta 10ª usaban la escalera y de ahí a la 27ª no les quedaba más remedio que subir en el ascensor pero aún así cogían el de servicio siempre que podían aunque tuvieran que compartirlo con la enceradora de aquellos resplandecientes suelos de mármol blanco.

Javier era bien parecido, sin ser guapo era interesante, sus patillas peinaban las primeras canas de un cuarentón, su mirada verde se había tornado más oscura triste y entre sus dos cejas una arruga vertical que se hacía cada día más profunda ante sus constantes gestos de desaprobación, contrariedad, cansancio y mal genio.

Metió directamente su BMW serie 8 en el aparcamiento, se bajó del coche y le tiró por los aires las llaves a Benito, el encargado para que se lo aparcara. Benito aun dando casi un salto las dejó caer lo que hizo que Javier se diera la vuelta “Benito, ¿eres gilipollas? ¿Estás dormido o qué?”

-No señor lo siento, es que no me ha dado tiem….

-Si es que ya estás mayor joder, habrá que ir pensando poner a otro.

Javier, ni miró hacia atrás, se dirigió a los ascensores que subían desde las tres plantas de aparcamiento a la planta calle, allí se sintió mareado, se miró en el espejo y tenía mal color, se ajustó la corbata y sintió como si el cuello de la camisa le quedara amplio, atusó el pelo con prolijidad, se compuso, salió del ascensor y atravesó el vestíbulo del edificio, los de mantenimiento estaban poniendo luces a la entrada del edificio habían recortado los bog de las jardineras exteriores dándoles artística forma de pequeños abetos a los que habían puesto luces y subidos a una gran escalera colocaban las luces navideñas de la gran bóveda del vestíbulo, algunos empleados se arremolinaban en torno a los de mantenimiento, unos observando, otros orientando si más aquí o más allá esta luz o la otra. Miró por un momento, todo aquel despliegue le parecía tan absurdo. Carraspeó, lo que alertó a los de última fila que sin rechistar empezaron a volar a sus puestos. Al ver movimiento los demás fueron dándose cuenta y tomaron la de Villadiego como suele decirse. No se encontraba bien y se dirigió al ascensor, tras él entraron Simón y Sandra que en otro tiempo habían compartido muchos almuerzos con él y con Lena cuando ella aún trabajaba, luego pasó lo de Carlitos y Lena decidió quedarse en casa, Simón y Sandra habían sido sus paños de lágrimas cuando el diagnostico de Carlitos le partía el alma cada día y ahora…apenas contestaba la mayor parte de las veces a su saludo, apenas los miraba. Lena le había contado que Simón se había separado y lo estaba pasando mal, pero nunca se interesó por su estado, Simón y Sandra querían mucho a Carlos y también a Javi pero hablaban con Lena para saber de ellos, si en algún momento le habían querido sacar el tema de cómo estaba Javier de cómo había cambiado, Lena trataba de disculparlo pero al final terminaba llorando así que habían decidido no tocar el tema. Subieron en el ascensor hasta la segunda planta. Había junta de accionistas, Sandra atinó a preguntarle si bajaba, sujetando la puerta automática del ascensor, y él dijo que no,-¿pero bajarás luego?

-No lo sé

-Feliz Navidad Javier, por si no te veo dale un beso a Lena y a los niños.

La puerta del ascensor se cerró y Javier se volvió para verse de nuevo en el espejo. En la tercera, volvió a pararse ¡¡joooder!! Tenía ganas de llegar al despacho, aflojarse la corbata, quitarse los zapatos y posar los pies sobre la esponjosa alfombra persa, (que se hizo traer de Kashan cuando tomo posesión de su despacho en la 27ª). No reconoció a nadie en aquel anciano, llevaba una pequeña ramita de acebo, con sus bayas rojas que le recordó a otro tiempo y sin querer, centro en la pequeña plantita su mirada y su pensamiento, el anciano se la tendió con una sonrisa y el reaccionó y volvió de su ensimismamiento. Con una mirada despectiva le dio casi la espalda y al mirar de refilón al espejo no vio al viejo, volvió rápidamente su mirada hacia la puerta y él, estaba allí, con él en el ascensor, seguía sonriente y sostenía la pequeña ramita entre sus manos, ya aún más pálido, volvió a mirar al espejo no vio al viejo pero el espejo se abrió como si de una puerta se tratara, a su espalda oyó la voz del anciano que le habló por primera vez

-Entra Javier, entra.

-No ¿qué es esto? tengo prisa

-Pasa hijo pasa y acompáñame.

-Jooooder ¿Quién eres? Esto parece el cuento de Charles Dickens, y no estoy para cuentos.

-Sera un momento, pasa y mira.

Al salir del ascensor desapareció el suelo bajo sus pies, era el comedor de casa, Lena estaba preciosa con aquel batín de raso negro que se pegaba a su cuerpo como una caricia, era Nochebuena, habían vuelto de casa de sus padres y los niños se habían dormido en el coche, los habían subido a su habitación con sumo cuidado, como ya tenían cierta experiencia les habían puesto el pijama en casa de los abuelos, encima el abrigo y los habían envuelto en una manta, Javier puso a Javi sobre su cama le quito el abrigo y las zapatillas y lo arropo bien, a Carlitos lo habían devuelto a la cuna, habían probado ya su camita pero se caía y llevaba con un poco de retraso lo de hacerse pis, así que aun dormía con pañales, se quedaron mirándolos un rato, se miraron ellos ,se sonrieron y Javier con esa mirada que solo le conocía cuando la pasión lo encendía le dijo en un susurro y empujándola hacia el pasillo

-Vamos princesa que hoy te voy regalar una muñeca

-Jajaja mira que eres, aún tenemos que poner los regalos en el árbol y mañana ten seguro que estos nos hacen madrugar.

-Ya le he dicho a Javi que nos despierte antes de bajar que tendremos que bajar también a Carlitos.

-¿Sí?, ¿se lo has dicho? no quisiera perderme sus caritas, es el primer año que Carlos es consciente, quiero grabar su carita cuando vea los juguetes… ¿has puesto a cargar la batería de la cámara?

-Luego, luego, ahora vamos a encargar tu regalo jajaja te voy a hacer una niña.

-Pero mira que eres tonto, si en realidad el que quiere una niña eres tú. ¿No ves que soy la reina de la casa y tengo tres hombres para que me mimen a mi sola?

Paso la mano por su cintura acariciándola sobre aquel suave raso negro y la puerta de su habitación se cerró tras ellos.

Abrió los ojos, los cerró y los apretó como si quisiera salir de un sueño, como si quisiera simular que le escocían y que por eso estaban llenos de lágrimas, estaba de nuevo en el ascensor con aquel viejo, el numero verde que marcaba el piso donde se encontraban parpadeaba y no mostraba que planta era. Quiso tocar el timbre de la alarma y el viejo le sujetó el brazo en el aire, el ascensor subió muy deprisa sintió que el estómago se le bajaba a los pies y de repente se le subió a la cabeza en el momento que paró bruscamente. Esta vez no salió del ascensor por el espejo fué como si este le presentara una película. Él era casi el mismo, ya pintaba algunas canas pero su cara estaba demacrada, sus ojeras eran profundas, Lena llevaba a Javi de la mano y el llevaba en brazos a Carlitos. Fue cuando volvieron de EEUU, Carlitos que había empezado a andar, ya no andaba y sus esfínteres habían dejado de funcionar de una forma voluntaria. Fueron unas Navidades tristes, no les daban demasiadas soluciones para el problema de Carlos, estaban cansados de ir y venir de especialista en especialista. Ante el problema de Carlos, había desaparecido la magia entre ellos .Cuando él lloraba, Lena estaba allí para consolarlo, cuando Lena lloraba, estaba sola, siempre estaba sola. Él se centró en su trabajo y vio a Lena en la ventana a su pasado que le presentaba aquel espejo, de un especialista a otro, de un fisioterapeuta a otro, en ocasiones dejaba a Javi en casa de los abuelos, otras en el colegio, otras los llevaba a los dos. Vió en aquella ventana que Lena había estado sola la segunda vez que operaron a Carlitos, él estaba muy ocupado con sus transacciones, subiendo y subiendo plantas en la empresa, sumando y sumando dividendos a sus acciones, se vio llegando al hospital (cuando su hijo estaba ya en la UCI) con alguna copa que había tomado con unos clientes italianos después de cerrar una operación sustanciosa para la empresa y para su ascenso. Trató de besar a Lena y ella le volvió la cara en un gesto de absoluto desprecio.

Miró hacia atrás para hablarle al anciano y el espejo cerro la ventana a su pasado. Javier le preguntó si aún podía arreglar aquello y el anciano no le contestó

-Me odia ¿verdad? Lena y mis hijos me odian.

El ascensor volvió a arrancar del tirón y volvió a ponerle el estómago del revés. El espejo se abrió de nuevo como una puerta, volvió a salir al comedor de su casa, el árbol de Navidad llegaba hasta el techo y estaba lleno de luces…él no lo había puesto los últimos dos años. Lena ponía algunos juguetes bajo la chimenea de cuya embocadura colgaba preciosas ramas de acebo llenas de bayas rojas.

No había nadie en el salón, se abrió la puerta de la casa y entró Javi ¡¡Santo cielo como se parecía Javi a Lena tendría unos 17ó 18 años, era un hombretón

-Mamá ya estamos aquí

-Ya bajo Javi, ve llamando al abuelo y dile que ya salimos

Con Javi entraba una chiquilla preciosa de unos 9 años, él la levantó por los aires y su risa sonaba a cascabeles. Por la escalera bajaba Lena acabando de sujetar uno de sus pendientes. El brillo de su pelo seguía cayendo en cascada sobre sus hombros, los aproximadamente diez años que habían pasado le habían favorecido, tendrá unos 47 años y es una mujer espectacular, siempre lo fue.

Entonces entró desde la calle Carlitos ¡¡Carlitos!!nooo Carlos, tiene 16 años lleva una muleta y es más alto que Javi, ¿al final lo volvimos a operar? Javier se volvió hacia atrás para decirle al anciano cuanto se parecía Carlos a él cuando escucho a la niña llamar mamá a Lena… ¿tuvimos una niña? ¿esa es mi muñeca?¿y cómo se llama? ¿Y dónde estoy yo? .El anciano no contesto. Sonó el teléfono Lena lo cogió, hablo…mimosa como ella solía hacerlo y se despidió con un…”yo también te quiero” Jeje rió Javier a pesar de la incertidumbre, no quería que el anciano cerrara el espejo, ver a Lena, a Javi a Carlitos a…a…Sandra dijo el anciano, Sandra como su madrina, como la amiga de Lena…

-Como nuestra amiga corrigió Javier.

-No, Sandra no es tu amiga, ni su marido Simón tampoco ni….

-¿queeeee? ¿Qué Sandra se ha casado con Simón?

-Ni Lena es ya tu mujer, te dejó hace tiempo y no pareció importarte, tus amigos te dejaron también y tus hijos no guardan muy buenos recuerdos de los últimos años que pasaste con ellos, Lena no te dijo que estaba embarazada hasta estar de cuatro meses y tú no te habías dado ni cuenta. Sandra nació cuando ya estabais separados, poco después operaron a Carlitos en Barcelona después de litigar contigo durante meses para conseguir que firmaras la autorización. Al final todo salió bien, incluso mejor de lo que cabía esperar. Ahora no era contigo con quien hablaba, es una mujer buena joven y hermosa, solo un necio la dejaría escapar.

El espejo del ascensor cerro de nuevo aquella ventana que le había abierto al futuro. La luz del ascensor parpadeó

Javier se dejó caer sobre su espalda abatido, sus ojos estaban llenos de lágrimas y no entendía cómo podían haber cambiado tanto las cosas.

-Dime que estoy a tiempo,¡¡dime que tengo tiempo para cambiar las cosas!!No sé cómo he llegado a ser quien soy ahora,¡¡Dime que no he perdido a mi familia, a mis amigos!!Dime…

La luz del ascensor volvió a parpadear, el anciano miró los relucientes tubos del techo.-Se acaba mi tiempo

-No, espera dime qué puedo hacer…es Navidad pero dime en qué año estamos…

La luz se apagó…Javier subía en el ascensor planta 18, 19, 20, 21 y sin parar hasta la 27, se sentía adormilado. Recordaba que se había subido con Sandra y Simón y que ellos se habían ido a la junta de accionistas. Recordó que se había subido un anciano…o no se había subido nadie, ¿lo había soñado? estaba de pié, no se habría dormido de pié viendo como los dígitos que señalizaban las distintas plantas se habían parado frente a su despacho ¡clin! sonó al abrirse la puerta.

Al salir del ascensor tropezó con algo, lo recogió del suelo, era la pequeña ramita de acebo…que…el viejo…

Entró en su despacho casi corriendo, sonrió y felicitó la Navidad a Felisa, su secretaria que se quedó perpleja, abrió y cerró los ojos como no creyéndose que el que había entrado era Javier, su jefe.

-Felisa encanto pásame con las sala de juntas

-Si Javier enseguida

-¡ah! Y anula todas las citas de hoy…hasta el 8 de Enero. Luego llamas a mi casa y le dices a Lena que me espere, que voy para allá. No, mejor me la pasas.

-¿Pasa algo Javier? ¿Está bien Carlitos?

-Sí, si Felisa no te preocupes, es que…es Navidad

Habló con la sala de juntas, Lena no cogió el teléfono, salió del despacho corriendo, Felisa vete a casa, es Navidad, tendrás cosas que hacer, tus hijos ya están de vacaciones ¿no? Pues vete y no vuelvas hasta el día 8, y se despidió dándole un beso en la frente.

Se dirigía al ascensor…volvió sobre sus pasos y cogió la escalera, no quería encontrarse al abuelo, con lo que había visto le bastaba, y se sentía bien con el nuevo Javier ,no se reconocía, de un tiempo a esta parte. Recordó al Javier que fue algún día. Pasó por la sala de juntas, habló en el rellano con Sandra que se quedó atónita viendo cómo se alejaba. No daba crédito. Una sonrisa se había quedado helada en la cara de su amiga que no era capaz de reaccionar.

Al atravesar el vestíbulo, vio a los de mantenimiento que ya retiraban la escalera

-Está precioso, lo habéis dejado precioso .Feliz Navidad a todos. No os vayáis tarde, seguro que aun tenéis compras que hacer.

Bajo por la escalera de servicio al garaje. Benito lo vió llegar y salió de su cabina corriendo con las llaves en la mano

-Perdón señor esta maña…

No le dejo terminar, -lo siento Benito lo siento, no te he tratado bien, llevas aquí toda la vida y soy un imbécil perdóname tu a mí, lo de hoy…lo de otros días…de verdad Benito que lo siento y necesito que me perdones…

Benito miró hacia atrás porque no estaba seguro de que se dirigiera a él. Javier también miró la cabina de cristal de Benito…el reflejo del anciano del ascensor…le devolvió una sonrisa.

En la calle la gente de un lado a otro, los villancicos, se sentía tremendamente feliz, aparcó el coche en un subterráneo del centro, era imposible circular pero no le molestaba ni la aglomeración de gente, sentía la Navidad hasta en la piel. Llamo a Lena al móvil pero tampoco le contestó. No sabía hacia a donde encaminar sus pasos, llegando a la plaza de Callao había más bullicio, montones de niños, locos por la magia, canciones, villancicos, puestos de dulces en cada esquina. Volvió a marcar el móvil de Lena, esta vez sí lo cogió, estaba en el puesto de la esquina, mientras seguía hablando con ella e intentaba escucharla entre tanto jaleo, corría entre la gente hacia el puesto de algodón dulce. Cuando llegó y se vió frente a ella, aún no habían colgado el teléfono .Carlos se desengancho del cuello de su madre para agarrarse al de su padre, Javier sonrió al ver como se abrazaban y así recorrieron las calles, sin sentir el frio. Ella supo que él nunca se había ido del todo, siempre esperó que volviera. Javier miró hacia el ascensor de un hotel de esos que van por fuera de la fachada, estaba subiendo y un anciano con una ramita de acebo entre sus manos le sonrió desde las alturas.

-¡¡Ah!! Lena, le he dicho a Sandra y a Simón que vengan a cenar con nosotros esta noche y así ven a los niños. Javi empezó a dar saltos de contento.


Más subidones en casa de GUS

ENYA -The Spirit of Christmas Past

miércoles, 8 de diciembre de 2010

¿A qué animal te gustaría parecerte?
Convocatoria literaria "Este jueves un relato"

Recuerda mi madre (yo, la verdad es que no) que un día volviendo de comprar el periódico con mi abuelo (era la nieta mayor) él volvía indignado, yo lo acompañaba por aquello de que el señor Nazario, el del quiosco, siempre me regalaba alguna golosina. Mi abuelo, un señor a la antigua usanza, entraba por la puerta no enfadado pero si contrariado, dolido en las virtudes o integridad que se suponía habían inculcado a su nieta.
Nada más y nada menos que le había dicho que quería ser pajarito para VOLAR, “¡¡Eso es lo que se les inculca ahora a las niñas, libertad!!”, “mira tu hija lo que viene diciendo, que quiere volar”.
Mi madre se ríe recordando la cara de su padre ante lo que casi le parecía una desgracia cuando yo apenas contaba cinco o seis años…!!VOLAR¡¡
Varada en la orilla, con la quilla clavada en la arena desde hace tiempo. La siento mía, la recorro de proa a popa, de babor a estribor. De su casco esquelético asoman sus cuadernas a modo de costillas, no queda nada del puente, del pequeño atunero no queda nada y no fue hace tanto tiempo cuando las fuertes olas hicieron golpear al pequeño buque contra el rompiente. Siempre viajaba con ellos, aquel día no, aquel día fué cuando dada mi actitud, mis hermanas me expulsaron de la bandada del puerto. Siempre me esperaban al amanecer antes de zarpar, me veían en el palo mastelero con mis ansias de libertad, de volar lejos pero aquel día zarparon sin mí.
Su motor se ponía en marcha y su proa rompía las olas a sotavento, la espuma se levantaba y caía sobre el puente con toda su fuerza. Cuando sus poleas arrastraban sus redes, llenaban de pescado el puente donde lo seleccionaban, me llevaban mar adentro, donde la mar era de un profundo azul oscuro y en el horizonte se juntaba con el cielo.
Mientras faenaban agitaba mis alas a modo de saludo y partía, volaba alto, tan alto que me perdía ante sus ojos luego en una caída vertiginosa llegaba a acariciar el mar, a arrastrar en las plumas negras extremas de mis alas el yodo y la sal, paralizados sobre el puente me observaban mientras volvía a lanzar mi vuelo dibujándoles estelas en aquel cielo azul. No era mi mayor preocupación el alimento pero en mis caídas podía vislumbrar plateados reflejos en el agua que me lo proporcionaban.
Ha pasado algún tiempo desde entonces. Ahora lanzo mi vuelo desde el acantilado cuando apenas amanece, sobrevuelo atuneros que faenan y me proporcionan un soporte en la cruz de su mástil al atardecer, vuelo, juego en el aire, ya nos conocemos, encrespado el mar vuelo hasta ellos, el viento que acaricia mis alas se agita y se hace violento saben que si no estoy volando estoy anunciando el temporal y por ello me saludan y me llaman Juan, Juan Salvador Gaviota.




Otros animales y bestias en la cueva de GUS

viernes, 3 de diciembre de 2010

Receta del Pavo al Whisky

Visto el éxito de la tortilla de patata, el comentario de Gus y la buena pinta de las galletitas de Verónica, y aunque algunos ya la conoceréis, tomar nota para estos días que vienen.
Con cariño para tod@s

Receta del Pavo al whisky
Ingredientes:

•Un pavo de tres kilos
•Una botella de whisky
•Unas tiras de panceta
•Aceite de oliva
•Sal y pimienta
Receta (15 pasos):




Paso 1 – Rellenar el pavo con la panceta, atarlo, salpimentar y echarle un chorrito de aceite, de oliva claro.

Paso 2 – Precalentar el horno a 180 grados durante 10 minutos.

Paso 3 – Servirse un vaso de whisky para hacer tiempo.

Paso 4 – Meter el pavo en el horno.

Paso 5 – Servirse otro vasito de whisky, bebérselo y mirar el horno con los ojos ligeramente extraviados.

Paso 6 – Boner el terbostato a 150 grabdos y esberar veiiinte binutos, hip.

Paso 7 – Como no tedbina, servidse odro vaso, hip. Que sean dros vasos mejod…. hip.

Vaso 8 – Al cabo de un drato, hornir el abro bara condrolar y echar un chodretón de pavo al güisqui y odro vasso de güisqui pada el cocinerod, hip.

Baso 9 – Darle la fuelta al rabo, cabo, babo (pasa calabra, pasa la cabra), quiedo decid al pavo y pilladse la mano al cerrar alorno, bierda…. Odro vasso pada el dolor.

Passsssoo 10 – Intentarr sentarrrrsse en una silla y serbirrrsse unossss cuantos chupitosssssssss bientras pasan los binutos. Hip.

Parsso 11 – Retirar el babo del horrrrno… Luego, regoger el pravo del… suelo con un tlapo, empujándolo a un plato, bandeja o ssimilarrr. Hala todo el suedo manchado.

Faso 12 – Dromperse la crissma al resfalar en la grasssa.

Paaasso 13 – Intendar levandarse sin soltarr la booodella y dras varios indendos, decidir que en el suelo s’está de gojones. Haaablemos del mineralismo, hombre ya. Hip.

Aso 14 – Aaapurar la potella y adrastarse jasta la gama. Dormirse vientras todo gida.

Caso 15 – A la mañana siguiente, tomar abundante café para el inexplicable dolor de cabeza, comerse el pavo frio con un cazo de mayonesa. El resto del día dedicarlo a limpiar el estropicio que alguien ha organizado en la cocina. ¿Y toda esa grasa del suelo?

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Cambio de senda
Una Convocatoria Literaria: Este Jueves un Relato

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"Por una cabeza" Carlos Gardel

Aquí me encuentro, después de escribir y borrar varias entradas sobre ese tema propuesto por Cas. Cada vez que me siento a escribir, borro, cambio de senda y vuelvo a empezar. Es miércoles por la noche. He cambiado de senda unas cuatro veces desde el lunes por la tarde. No es que tenga mucho tiempo pero lo intento. Normalmente la historia de lo que escribo se gesta en mi cabeza, la idea de lo que quiero contar nace ahí y luego el desarrollo viene solo, las palabras fluyen y mis dedos las van plasmando frente a un teclado que no es mi mejor amigo porque escribo con dos dedos, pero van saliendo solas y plasmando lo que quiero contar. En estos dos días he gestado, cambiado de senda y abortado varias historias, las musas se han ido, me visitaban a menudo pero ellas son las que han cambiado de senda, yo no, yo sigo aquí esperándolas, el frío ha embarrancado los caminos, las distintas sendas por las que venían a mí, vamos ¡¡que ni con cadenas!! ahora está de nuevo helando, ahora…ya no las espero, así que ante su ausencia…soy yo quien cambia de senda…me voy a hacer una tortilla de patatas para la cena y en breve comenzaré a leer y comentar vuestros escritos.
Un beso a todos y que las musas os acompañen

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